El clima escocés se resiente de las perturbaciones atlánticas y nórdicas que sacuden sus costas periódicamente.
Es practicamente imposible hacer previsiones meteorológicas y hay que hacerse a la idea de afrontar un tiempo variable y caprichoso que puede pasar rápidamente del sol a la lluvia en función de los vientos y las corrientes.
Pero no os asustéis: ¡al mínimo rayo de sol podréis admirar vistas espectaculares!